Al barco!
Esta semana, un hecho dramático como es la muerte de centenares de inmigrantes en las costas italianas ha vuelto a despertar conciencias que, cuando el tiempo pasa, se vuelven a silenciar. Conocemos desde hace mucho que desde Europa no sólo se mira hacia otro lado, sino que también se ha recortado dinero en partidas, y los pocos recursos que se destinan son casi en exclusiva a control y nada más.
Llevo mucho tiempo planteándome cómo una sociedad adormecida puede afrontar tanto cambio, y sobre todo, con qué vigor lo podemos afrontar. ¿Cómo cambiamos la situación si todos conocemos que muchas personas renuncian a tomar medicamentos, puesto que sólo tienen recursos para comer, y deben priorizar entre patologías que no duelen, como la hipertensión o el colesterol, o que su familia coma?
¿Qué muestra de reacción y respuesta damos cuando asistimos a la vergüenza de desahucios a diario, que en algunos casos ya son multi-desahuciados?
¿Qué valores priman en nuestro proyecto vital, cuando ya no nos hierve la sangre al oír que se cierran aulas en centros públicos, disminuyen líneas y se hacinan alumnos/as, aumentando las ratios?
¿Qué calor y solidaridad como sociedad demostramos, cuando consentimos que familias con menores pasen inviernos sin encender la calefacción y los recursos básicos los conviertan en lujos, mientras nos hablan de primas de riesgos, deuda nacional o equilibrio presupuestario?
Yo no quiero vivir pensando que nuestra respuesta es más contundente para salvar equipos de fútbol que vidas o proyectos de vida; que nuestro patrón es el individual y que el ‘sálvese quien pueda’ impera en el pensamiento individual y acalla al colectivo.
Me dijo un amigo hace poco: “Andrés, se está metiendo en política gente que jamás ha estado” y añadió: “¿no será que, fuera de la política se vive peor?”
Evidentemente no lo comparto, pero mal vamos si figurantes de partidos minoritarios, históricos, o yo mismo, pensamos en la política para vivir mejor y no para cambiar lo que he descrito antes y mucho más; como para volver a transformar la sociedad y la voluntad colectiva, para hablar de crecimiento, pero no sólo económico, sino ético, moral y fundado en valores.
La política es algo temporal, pero en el tiempo que uno pasa con responsabilidades hay que transformar vidas y no cuentas bancarias, y para cambiar esto no hace falta hablar del barco, sino subirse al barco.
Comments
No comment yet.